Intervenir en el mundo, una actitud ética

influye en las desigualdades en España y falla a la hora de corregirlas. Con lo cual en los últimos años he salido de mi área natural de espe- cialización, que son las políticas agrarias, para entrar en un ámbito un poco más amplio, como es la desigualdad y las políticas de austeridad, y en uno más técnico como es el de la fiscalidad. He tenido que estudiar muchísimo. Elena Gallego: Teniendo en cuenta toda esa actividad profesional que has desarrollado en los últimos años, ¿nos puedes dar tu visión de cuáles son las tareas esenciales que debe perseguir la erradicación de la pobreza, tanto en España como a nivel internacional? Teresa Cavero: los tres pilares fundamentales de la lucha contra la pobre- za son la educación (fundamental para conseguir empleos de calidad), la salud y la protección social, y una buena política en el sector agrario y la alimentación, lo que viene de la mano de las otras en muchos casos. Para financiar estas políticas hay que generar ingresos y recaudar im- puestos, con lo cual hacen falta sistemas fiscales que recauden de ma- nera justa lo suficiente para invertir en estas políticas. Si bien la agricultura sigue siendo fundamental en muchas zonas em- pobrecidas, rurales, de los países en desarrollo, la tendencia es que las sociedades son cada vez más urbanas, hay un movimiento de la pobla- ción de zonas rurales hacia las ciudades. El abandono de la agricultura y del campo como lo hemos visto en España y en Europa y a lo largo de la historia de manera clara es una consecuencia del desarrollo y una sa- lida natural de la pobreza. la protección social son todas aquellas medidas que acompañan a las personas, a las familias, a las comunidades, cuando no pueden va- lerse por sí mismas, que son tan importantes en países pobres como para luchar contra la pobreza en España. Sin embargo, lo que estamos viendo con las políticas que se han adoptado en los últimos años, es que es muy difícil seguir avanzando en la lucha contra la pobreza -donde ha habido unos progresos muy im- portantes en los últimos quince o veinte años-, si no se ataja el problema de la creciente desigualdad extrema a la que me refería antes. Cuando

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